Escribe Zaira Marchetto
Artes Combinadas – UBA
alestilovangogh@hotmail.com
En el contexto de su tercera producción teatral, el grupo El Ensamble Orgánico nos acerca esta
obra de tono picaresco a la vez que trágico, escrita y dirigida por Cecilia
Meijide.
Historias que se cuentan desde la falta, la soledad, la sensación de vacío que nos deja aquello que se fue y denotó la imborrable huella de una pérdida irrevocable. Historias que se satirizan a sí mismas, para aportar una lectura que hace más liviano el momento de comprensión de su mensaje: el de la realidad humana con sus sinsabores, desaciertos y fracasos.
Cuadro de situación: en primer lugar, nos encontramos con dos de los personajes, Imelda Espinoza Braun (Laila Duschatzky) e Isaías Mikela (Nacho Ciatti). Él, escritor de folletines turísticos y un músico que sueña con escribir una historia coral. Ella, guía del Museo Nacional de Bellas Artes y siempre enamorada de seres extranjeros que no le permiten el anclaje amoroso. Y pronuncia su propia sentencia: “ser turista es como enamorarse”.Un personaje ruso, Boris Tertnik, dueño de una ferretería en el barrio de Flores, Buenos Aires. Trabaja con “el Peque”, quien ilustra con su alto nivel de inteligencia y dificultades relacionales. Aquél, que persigue la ilusión de un re-encuentro con su mujer, muerta desde hace ya cinco años. Éste, obsesionado por conseguir cambio –en monedas– en la cafetería “Jean Jaures”, atendida por Esmeralda Ramona Estévez Juáres (María Estanciero), oriunda de México, atinadamente reflejado por el vestuario que lleva. En varias escenas esta mexicana cita a otra mexicana, Frida Khalo. Y dice así: “me retrato a mi misma por que paso mucho tiempo sola y soy el motivo que mejor conozco”. Pertinente introducción que despliega el universo simbólico al cual, esta mujer, se siente identificada.
Al tiempo hace su aparición Denzel (Gastón Filgueira), un ecónomo al
cual le apasiona bailar y que trabaja en un banco en el cual es maltratado por
su jefe y fastidiado por Matías, hijo de un amigo de éste mismo jefe. Este
personaje representa el prototípico caso de una persona de clase media, que va
“de su casa al trabajo y del trabajo a su casa”, absorto en la misma rutina que
le hace padecer aburrimiento desde hace años, pero que no está dispuesto a
cambiar por sentirse a gusto estando cómodo en ella.Completan la oficina bancaria Emilce y Alicia, otras dos empleadas del
lugar donde trabaja Denzel.En segundo lugar y en lo que a los sistemas expresivos refiere, podemos
decir que el vestuario, por su pertinencia y correspondencia con cada ambiente
dramático, aporta credibilidad a la construcción de los personajes y su
actuación, a la vez que confluye con el contenido total de la puesta en escena
y sus significados. El maquillaje y la gama de colores acompañan la veracidad
del vestuario, gestando un efecto conjunto.De una realización escenográfica que desde el comienzo mismo causa el
asombro de los espectadores por su alto nivel de versatilidad escénica, esta
representación nos acerca la historia de varios personajes, las cuales se van imbricando
y adquiriendo sentido a medida que transcurre su desarrollo ficcional.
Escenarios desmontables y reutilizables, que se convierten en objetos
que son manipulados por los actores ante el transcurso de las escenas. Objetos
significativamente construidos por y para la obra, remarcan un sentido
estructural y argumentativo, todos ellos hacen a la trama y convergen tanto con
otros signos escénicos, como con la narración en sí, resultando simultáneamente
signos dramáticos a la vez que estéticos.
Por su parte, la música y la coreografía fueron realizadas especialmente
para Cactus…sumando una mayor
sensación de unidad, lo cual no implica decir que lo escénico puesto en juego
aquí resulte fijo ni estático.Las distintas líneas de acción van encontrando progresivamente su punto
de integración, situación que permitirá al espectador encontrar el sentido
narrativo y la decodificación de la constelación sígnica que interviene en la
obra, así como su finalidad estética.Asimismo, se hace clara alusión a otros lenguajes artísticos tal como el
de las artes plásticas a través de referencias a los pintores Amadeo
Modigliani, Antonio Berni y la propia Frida Khalo, referencias éstas que cobran
un significado mayor dado que hace a la comprensión fenomenológica de las
historias narradas.
En un juego lúdico de la puesta y a partir de una absoluta perspicacia
escritural, los personajes entran y salen de la escenificación, modificando la
disposición escenográfica y la configuración espacial de los objetos y el
decorado cada vez que no están, ellos mismos, representando escena. Recurso
anti-sistémico de desestructuración propio del teatro contemporáneo.Con una notable calidad interpretativa, cada uno de los actores
personifica más de un rol dramático, verbigracia Nacho Ciatti encarna al
“Peque”, a la vez que oficia de “Isaías” y “Matías”; el actor Ignacio Bozzolo
es Boris, mientras que en otras escenas va a ser el jefe de Denzel, y un hindú.
Esto para citar sólo dos ejemplos, ya que todos los integrantes del elenco
forman parte de igual composición y dinámica actoral.No es dable dejar de mencionar que Cactus…
se propone en una doble faceta: por un lado, su texto dramático adhiere a un
tipo de teatro representacional con una modalidad de actuación realista; mientras
que, por el otro, adquiere el valor de presentación mediante la introducción de
estrategias performativas que ponen el acento en la corporalidad como
acontecimiento del “aquí y ahora”, a la vez que revelan, parafraseando a
Cornago Bernal, el carácter procesual del espectáculo y explicitan su artificio
–reforzado por la disolución de la cuarta pared-. El carácter de fantasía que
toma la narración en determinado momento, evidenciando lo ficcional, subraya el
develamiento recién mencionado.
Lo dicho en relación a lo performático se puede también apreciar en la
labor coreográfica ideada por Diego Rosental, y que llevan al acto tres de los
personajes: Denzel, Emilce y Alicia.
En lo relativo a la dramaturgia, podemos decir siguiendo a Jorge Dubatti
que nos encontramos en el presente caso frente a una “dramaturgia de director”,
dado que al preguntarle a Cecilia Meijide sobre el proceso de escritura del
texto dramático nos comenta que fue escrito íntegramente por ella, durante el transcurrir
de los ensayos y no previo a los mismos.
A lo que podemos agregar la lectura de Hans-Thies Lehman sobre
“teatro post-dramático”: aquí también tenemos un caso donde el dispositivo
teatral pone entre paréntesis el texto como eje estructurante de la obra, para
dejarse influir por el profundo sentido del acontecimiento y la aceptación de
la fragmentación como parte del devenir que cimienta las bases del proceso
teatral y lo toma como su configuración misma.
Los lectores habrán de preguntarse si el título de Cactus Orquídea tiene vinculación o no con lo sucedido en la obra.
Y si suponen a esto una respuesta afirmativa, se preguntarán también porqué no
mencioné nada al respecto. Pues bien, todo esto es de fácil respuesta: es
necesario ir al teatro para descubrirlo…
FICHA
TÉCNICA
Dirección y Dramaturgia
Cecilia Meijide
Asistente de Dirección
Jimena Ducci
Actores
Nacho Bozzolo
María Estanciero
Gastón Filgueira
Laila Duschatzky
Nacho Ciatti
Entrenamiento físico
Damiana Poggi
Coreografía
Diego Rosental
Música original
Guillermina Etkin
Iluminación
Santiago Badillo
Escenografía
Javier Drolas/ Soledad
Ruiz Calderón
Vestuario
Natalia González y Gustavo Alderete
para La Polilla
Objetos
Mariana Meijide
Diseño Gráfico
Barbie Delfino
Prensa
CORREYDILE
Funciones
Sábados 23 hs. Teatro Anfitrión
- Venezuela 3340, CABA -
4931-2124
https://www.facebook.com/pages/Cactus-orquídea
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