sábado, 7 de junio de 2014

EL DESEO EN EL ESPEJO: "Cuando la imagen de uno mismo se des-dibuja en el otro".-

Escribe Zaira Marchetto
(Artes Combinadas – UBA)




Un hombre frágil y convaleciente, una primera escena donde aparece él, Vladimiro: bello y enfermo, con una prótesis que lo ayuda a inhalar ese humo del cigarrillo que no está dispuesto a dejar. Como a ella, y a ella. Dos y una, dos hermanas pero no de cualquier clase, éstas son Raquel y Miranda, gemelas.

Se visten casi igual, vestidos negros ceñidos al cuerpo, medias negras largas, zapatos de tacón. Pero el negro se va con Raquel, y el rojo… con Miranda. Claro, es que Raquel es la “esposada” con Vladimiro. La otra, su hermana, encarna ese rojo apasionado que envidia lo que no tiene, que procura a través de una identificación especular obtener lo que no le pertenece. Y quiere todo, todo lo que tenga Raquel. Todo. Y da lo que aquélla no, incluso una felattio que escandaliza el universo de “mujer bien” que metaforiza el personaje de Raquel.
Aunque poco a poco lo axiológico de cada uno de los personajes irá diluyéndose a la par que se diluyen las fronteras que los separan… y a sus historias.

Esta obra escrita, dirigida y actuada por el teatrista William Prociuk, pone en jaque nuestro sistema de valores occidentales, católicos, donde el incesto es la fruta prohibida que, de ser mordida, nos expulsa de ese lugar, el paraíso, dejándonos impedidos de retornar.
Un hombre entre dos mujeres que compiten permanentemente por tener lo que la otra: y en esto todos los sistemas expresivos de la puesta confluyen para generar la construcción de sentido que nosotros, en tanto espectadores, debemos atinar a decodificar. Entonces, el vestuario nos indica que entre ellas hay un parentesco fundamental, sus prendas son de un parecido significativo, lo mismo los accesorios que portan. Y la gama de colores casi exacta. Las diferencia ese rojo inicial en el calzado que después de la primera escena desaparece de la obra. Es que a partir de allí cambiarán de lugar una y otra vez, y cualquier elemento que las individualice se torna innecesario e inconducente. La verdad debe quedar a oscuras, reprimida, perimida.

La iluminación acompaña cada pasaje de escena, y a esto se suma el sistema sonoro: ante cada final de un acto, un decir de los personajes que clausura el sentido de la misma y anticipa lo que ocurrirá en la próxima, asegurando de esta forma la coherencia de la trama argumental. Sonidos aislados, como el de un tronar, un llanto de bebé, una grabación en inglés que dice –traduciendo- “esto no es justo”, unos grillos, entre otros que hacen al andamiaje del relato.
No se hace un hincapié notorio en el maquillaje, dado que se observan rostros la mayor de las veces llevados al natural –a “cara lavada” sería la expresión utilizada convencionalmente-, y cuando sí se presentan maquillados, no resulta exagerado sino por completo oportuno a la situación representada.
En cuanto a la escenografía y a los objetos, se compone de una estructura que hace las veces de mesa en uno de los actos, mientras que en otros oficia de sillón donde se suceden diversas escenas familiares. Los objetos son permanente manipulados por los actores y van desde sillas, hasta telas usadas como manteles y cobertores, hasta ceniceros y celulares.

Asimismo, la música converge con otros signos que aportan una misma significación: la canción de Marilyn Manson “I put a spell on you” genera una sensación de lo siniestro puesto en juego en la situación dramática y registrable en el acontecimiento convivial, parafraseando a Jorge Dubatti en su descripción respecto de la teatralidad. Y cuando hablamos de “lo siniestro”, es atinada la búsqueda de su significancia: según el filósofo alemán Friedrich Schelling, el vocablo das Unheimliche, en alemán, remite a todo aquello que debía permanecer en secreto y que, sin embargo, salió a la luz. Heimlich, su contrario, refiere a lo que nos resulta familiar y agradable, pero que encierra algo más, oculto, precisamente esto dado en llamar Unheimliche. Es esto precisamente lo que nos acerca “El deseo en el espejo”, la verdad oculta que al ser develada engendra el más alto de los espantos.

Encontramos en la presente obra las características propias de una modalidad de actuación de tinte realista, dado que encontramos el uso de un lenguaje coloquial, que bien puede ser el utilizado por todos nosotros en la vida cotidiana. Asimismo, podemos decir que en la construcción de cada uno de los personajes de la ficción dramática se utilizó un sistema comportamental y psicológico semejante a la de la gente en la realidad objetiva. Se incurre entonces, y parafraseando a De Marinis, en “acciones eficaces”, que engendran actuaciones orgánicas y verosímiles, lo cual, a su vez, nos deja dentro del terreno de un tipo de teatro de representación.
Los lenguajes expresivos que abarcan lo corporal y la gestualidad adquieren, por momentos, tensiones típicas de situaciones familiares, verbigracia las peleas encarnizadas entre las hermanas, donde la puesta en juego del uso de los cuerpos agrega credibilidad y potencia a las actuaciones.

En lo relativo a la tarea de dirección y a la escritura del texto dramático, nos comenta Prociuk que:
“La idea se fue dando sola, cuando empiezo a escribir no sé muy bien adonde quiero ir, lo importante para mi es ver a los personajes, meterme con ellos en su intimidad y verlos dialogar, accionar.
Quiero decir que nunca pienso una historia en base a una idea sino en base a los pensamientos de cada uno de los personajes y ahí la idea se forma sola, la historia se va contando a partir de las ambiciones que cada uno tiene.
Particularmente en esta obra el desarrollo fue bastante atípico para mi: la escribí en el contexto de un taller de dramaturgia guiado por Javier Daulte; allí todas las semanas se entrega material y todos los asistentes dan opiniones de lo escrito, entonces el mecanismo hace que uno decida qué tomar de esas opiniones.
También fue atípico para mi comenzar a ensayar una obra completa, mis procesos anteriores (Biónica, Mágica, Rosa negra) habían comenzado con un 30 %del material escrito, si bien no me baso en improvisaciones para continuar la escritura, voy viendo el “fresco” que van pintando los actores, esos matices uno se los puede imaginar cuando escribe (esto me sirve para tener en claro la puesta en escena), pero viendo la realidad que presentan los actores, la imaginación se convierte en algo -para mi gusto- potenciado por la imagen real. También estar actuando dentro de un espectáculo que escribo y dirijo es atípico para mi: ha sido un proceso por demás generoso para conmigo, aprendo con cada cosa que hago y este espectáculo fue muy intenso en ese sentido.”
Tomando lo dicho por este teatrista, podemos concluir diciendo que esta obra fue gestada dentro de lo que Jorge Dubatti conceptualiza como “dramaturgia de escena”, que englobaría y combinaría la dramaturgia de director propiamente dicha, la de actor y la de grupo.
“I put a spell on you” – de Marilyn Manson:
I put a spell on you 
Because you're mine. 
I can't stand the things that you do. 
No, no, no, I ain't lyin'. 
No. 
I don't care if you don't want me 
Cause I'm yours, yours, yours anyhow. 
Yeah, I'm yours, yours, yours. 
I love you. I love you. I love you.
Yeah! Yeah! Yeah! Yeah.... 
I put a spell on you. 
Lord! Lord! Lord! ... 
'Cause you're mine, yeah. 
I can't stand the things that you do 
When you're foolin' around. 
I don't care if you don't want me. 
'Cause I'm yours, yours, yours anyhow. 
Yeah, yours, yours, yours! 
I can't stand your foolin' around. 
If I can't have you, 
No one will! 
I love you, you, you! I love you. I love you. I love you! 
I love you, you, you! 
I don't care if you don't want me. 
'Cause I'm yours, yours, yours anyhow
Puse un hechizo en ti 
Porque eres mía. 
No soporto las cosas que hacer. 
No, no, no, no es mentiroso. 
No. 
No me importa si no me quieres 
Porque yo soy tuyo, tuyo, tuyo de todos modos. 
Sí, soy tuyo, tuyo, suyo. 
Te amo. Te amo. Te amo.
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Sí .
Puse un hechizo en ti. 
Señor! Señor! Señor! ... 
Porque eres mía, sí. 
No soporto las cosas que hacer 
Cuando estás Foolin 'Around. 
No me importa si no me quieren. 
Porque yo soy tuyo, tuyo, tuyo de todos modos. 
Sí, tuyo, tuyo, tuyo! 
No puedo soportar su Foolin 'Around. 
Si yo no puedo tenerte, 
Nadie lo hará! 
Te amo, tú, tú! Te amo. Te amo. ¡Te quiero! 
Te amo, tú, tú! 
No me importa si no me quieren. 
Porque yo soy tuyo, tuyo, tuyo de todos modos
  


FICHA TÉCNICA
  Elenco
Débora Zanolli
Margarita Molfino
Valentino Alonso
William Prociuk
Diseño de luces
Pablo Calmet
Diseño sonoro
Rodolfo Ingaramo
Vestuario y Escenografía
Mercedes Arturo
Asistentes
Camila Duro y Jennifer Costas
Foto
Sol Abadi
Clip y fotos
Lucas Boll
Diseño gráfico y Web
Leonor Barreiro
Operación técnica
Matías Prociuk
Prensa
Lalo Rotavería
Producción
Laura Quevedo
Director asistente
José Formento
Dramaturgia y dirección
William Prociuk
Este espectáculo cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes.
Teatro el Grito, Costa Rica 5459.





TODOS MIS MIEDOS: "El temor por la pérdida de aquello que no fue"

Escrito por Zaira Marchetto
(Artes Combinadas – UBA)
alestilovangogh@hotmail.com
 

En esta oportunidad, Nahuel Cano, director de la obra nos acerca una particular propuesta: la de generar la empatía en el público, apelando a su identificación a partir de lo afectivo con la situación que la puesta propone y las reacciones emocionales de los personajes.
Desde el título ya vemos esta intención de forma clara: sus autores – Nahuel Cano y Esteban Bieda- nos llevan a preguntarnos el porqué de la elección del miedo como eje argumental. Como espectadores vamos entonces reconstruyendo el sentido de lo puesto en escena a través de la palabra como vehículo de una simbolización, aquella que concierne a un primer personaje -el del escritor- como protagonista de un desbarajuste emocional típicamente neurótico. La palabra está ubicada desde un inicio: como objeto en tanto libro, como libro en tanto objeto que se transforma en otros objetos; palabra como significante que se dirige a otro allí donde no es posible comunicar, palabra que no encuentra más que el muro del malentendido. Palabra ficcionada y ficcional que no atina a tocar al otro. Encontramos, pues, la palabra verbalizada, en su intento de apelación a otros.
Tenemos en Todos mis miedos una arista representacional, en tanto gestación de un espacio-tiempo diferente al cotidiano, y a través del cual se busca deliberadamente poner al descubierto la verdad de cada personaje involucrado, y de la interacción que entre ellos se propone.
Asimismo, hay momentos en los que se diluye lo ficcional: tal es el caso en que “el personaje sin nombre” vuelve una y otra vez la mirada hacia el público, interpelándolo desde una ruptura de la cuarta pared; también cuando se pone a tocar la guitarra, descontextualizando la ficción tal y como venía siendo presentada, dentro de una lógica representacional, y adquiriendo el tamiz de performance. Y digo “performance” porque no es el objeto sino el sujeto (en este caso el actor/ músico) quien se constituye en lo matérico de su manifestación artística.
En lo relativo a la configuración espacial, unos pilares gruesos que mantienen la estructura de la sala, son grises y las paredes negras. En el piso se ubicaron multitud de libros, apilados algunos, otros desperdigados por el suelo. Algunos atados con hilo de plástico, otros no. Se completa con un cajón y un estante con libros.
Los objetos son funcionalizados en esta obra: constantemente están jugando un rol manipulatorio por parte de los actores, quienes incluso llegan –en un momento de tensión dramática–  a tirarlos contra la pared y el piso.
La iluminación permanece casi constante a lo largo de toda la representación, sólo se sucede un cuasi-apagón (una baja en la intensidad lumínica) cuando los dos personajes femeninos salen de escena y el escritor queda solo con su “alter ego” (léase el personaje sin nombre antes mencionado).
Respecto del lenguaje auditivo, no hay música prácticamente en toda la obra, hasta que el “alter ego” toca con  una guitarra el tema “Henry Lee”, de Nick Cave, un tema cuya letra tiene profunda relación con la trama argumental.

A continuación, la letra del tema traducida al castellano:

Baja, baja pequeño Henry Lee,
y permanece conmigo toda la noche.
No encontrarás a otra chica en éste maldito mundo,
que se pueda comparar a mí.
Y el viento aulló, y el viento sopló.
La la la la la.
La la la la lee.
Un pequeño pájaro se posó sobre Henry Lee.
No puedo bajar, y no bajaré.
Ni permaneceré toda la noche contigo,
por la chica que poseo, en su alegre y verde pradera.
La quiero más que a tí.
Y el viento aulló, y el viento sopló.
La la la la la.
La la la la lee.
Un pequeño pájaro se posó sobre Henry Lee.
Se apoyó contra la cerca,
para conseguir un beso, o dos.
Y con una pequeña navaja en su mano,
lo apuñaló una y otra vez.
Y el viento rugió, y el viento gimió.
La la la la la.
La la la la lee.
Un pequeño pájaro se posó sobre Henry Lee.
Ven y cógelo de sus blancas manos.
Ven y cógelo de sus pies.
Y tíralo en ese hondo, hondo pozo,
de más de cien pies de profundidad.
Y el viento aulló, y el viento sopló.
La la la la la.
La la la la lee.
Un pequeño pájaro se posó sobre Henry Lee.
Yace, yace ahí, pequeño Henry Lee.
Hasta que la carne se despegue de tus huesos.
Por la chica que tuviste en aquella alegre y verde pradera.
Puede esperar por tí para siempre, a que vuelvas a casa.
Y el viento aulló, y el viento gimió.
La la la la la.
La la la la lee.
Un pequeño pájaro se posó sobre Henry Lee - (Nick Cave).-


La constelación sígnica de Todos mis miedos, está dada de modo tal que el mensaje fundamental de la obra logra ser decodificado por el público espectador (y expectante): inmiscuirlo en el desequilibrio situacional de una pareja  separada, la introducción de una alumna enamorada de un escritor fallido, que ansía una aventura romántica/ erótica y encuentra en cambio una historia que no fue ni será. Y un alter ego… desoído.
La configuración sonora de las voces de los personajes genera la incomprensibilidad propia del malentendido fundamental: el del neurótico. Personas que se hablan pero no se oyen, que se gritan pero no se escuchan, que se miran pero no se ven. Dialécticas del sin sentido en un intento efímero de estirar el brazo y nunca tocar con la mano el corazón del otro. Propio de esta época. Vacía y alejada, estar sin estar. Amar sin ser amado, creer estar amando sin sentir verdaderamente amor. Confusión, posesión. Allí donde vemos presencia, no observamos más que ausencia. Y viceversa.
Tomemos como paradigma de lo dicho hasta aquí al “alter ego”: está puesto allí donde, y otra vez, nadie lo “ve”, sin embargo, se escucha, permanentemente habla y habla, intenta vez tras vez comunicarse, sin lograrlo. Nuevamente, metáfora “hecha carne” del vacío comunicacional, redundancias que no llegan nunca a ser percibidas, mensajes que son mal interpretados, o ni siquiera, que no llegan ni a ser decodificados. Escucha absurda de lo que no es. Límite clásico de la relación inter-humana: el muro del malentendido del lenguaje, parafraseando a Lacan.
Vacío que no se quiere ver, reconocer, escuchar, que se intenta tapar, negándolo, en una suerte de represión originaria que no trae más que sintomáticos desencuentros en el ser-siendo con el otro. Y un lugar – otro que no trae más que la devolución especular de una angustia que jamás podrá ser anulada. Emergencia de lo real que permite atravesar esa experiencia primaria, básica y originaria del percibir que aquello que creemos que nos completa, es pura ilusión y mera ausencia.
 
 
FICHA TECNICA
 
DIRECTOR Y DRAMATURGO
Nahuel Cano
DRAMATURGO
Esteban Bieda
 
ACTORES
María Abadi
Anabella Bacigalupo
Diego Echegoyen
Pablo Seijo
 
ASISTENTES ARTÍSTICOS 
Juan Fernández Gebauer
Juan Mako
 
DISEÑO GRÁFICO
Leandro Ibarra
 
ILUMINADORA
Rocio Caliri
 
ESCENÓGRAFA
Julieta Potenze
 
VESTUARISTA
Paola Delgado
FOTOS
Candela Dal Pont 
Sebastían Arpesella
 
PRODUCCIÓN
Estudio ELCUARTO
 
WEB
 
TEATRO
Abasto Social Club
Yatay 666 – Almagro, Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4861 – 7714
Funciones: sábados 23 hs./ domingos 17 hs.







CASI QUE NO ESTÁ: "De un vacío que se torna presencia"

Por Zaira Marchetto

Artes Combinadas – UBA

alestilovangogh@hotmail.com 


La joven actriz y dramaturga, Melisa Freund, es la responsable de esta obra que lleva al público de las risas desenfrenadas a la sorpresa total. “Casi que no está” obtuvo una mención del jurado del premio Germán Rozenmacher 2011 a la nueva dramaturgia y forma parte de las obras seleccionadas para la biblioteca virtual del Proyecto 34º S Teatro en traducción que reúne textos dramáticos de Sudáfrica y Argentina. Se exhibió en Elefante Club de Teatro, en el barrio de Almagro (CABA). Este espacio cultural tienen la particularidad de introducir a los espectadores de entrada en un universo ficcional, puesto que ni bien se ingresa al mismo se observa una ambientación escenográfica en la antesala que simula ser (o es) una cocina, con los elementos propios que la caracterizan.
 Bien, pasemos a la obra. Dos personas, una posible pareja. Dos banquetas blancas y un espacio que la escenógrafa Cecilia Zuvialde 
circunscribe alrededor de una lona (también blanca), de corte rectangular. Las paredes blancas dan el toque final. Nada más los acompaña, sólo unas luces que suben/ bajan la intensidad en momentos específicos, y que se prenden y apagan con absoluta pertinencia. Y la única canción que se sostiene -intermitentemente- a lo largo de toda la obra: “I am not your girl”, de Sinéad O`Connor.
Un encuentro casual que ambos recuerdan en una evocación permanentemente ambigua. Ella se sienta, él llega unos instantes más tarde. Entonces, la descubre.
Algo de su rostro, de su cuerpo, de su ser, hace que él piense: “es hermosa”. Ella lo mira, sin querer que él lo sepa a la vez que lo mira queriéndolo ver. Y que la vea. Ninguno atinará en esa oportunidad a conocer al otro, ni a conocerse en el otro.
Un tiempo transcurre desde que ella se sentó y él llegó, desde que ni ella ni él se atrevieran a ir más allá, y conocerse. Ahora sí: ella prefiere la aventura de lanzarse tras un desconocido atractivo que estudiar para un examen del que tenía certeza que no iba a aprobar (jamás). Hasta aquí, algunos datos: una persona sencilla, otra que trata de mostrar extravagancias mientras se frustra ante la inminencia de un fracaso que no sucedió.
Las escenas de malos entendidos rápidamente comienzan a sucederse. Una dinámica se establece entre ambos y se torna hábito. Discuten, ella se va y rompe en llanto desesperado arriba del auto. La abriga la sensación de que ese vacío no la abandonará, que el dolor es parte de su carne. Él de eso nada quiere saber, y desde un no querer-saber es muy difícil un poder-hacer (por el otro). Entonces, casi no está.
El transcurrir de la obra sucede entre episodios que alternan entre amor, desencuentros, y el desgaste propio de las parejas actuales, dónde todo gira alrededor de lo efímero, lo intransitable y la opacidad de un co-existir que no encuentra asidero en el siendo con el otro.  Sensación recrudecida de la esencia humana: espacios que se nihilizan y vuelven vacuos, envolviendo a los personajes en el sinsabor amargo del descubrir que aquello que fue no volverá a ser.



FICHA TECNICA
Texto y dirección: Melisa Freund
Ella: Daniela Rico Artigas
Él: Mariano Villamarin
Escenografía y vestuario: Cecilia Zuvialde
Luces: Patricio Tejedor
Música: Leo Clerici
Sala: Elefante Club de Teatro - 
Guardia Vieja 4257(la obra ya no está en cartel)
 



"MANOS LIBRES: una puesta en escena libre de escrúpulos"


ZAIRA MARCHETTO

Artes Combinadas - UBA

alestilovangogh@hotmail.com


Tati, estudiante de sociología a punto de dar el último examen de la carrera para recibirse, encuentra en esa situación un traspié que la lleva a dar el “crimen” de su vida: pagar por el montaje de un operativo fraudulento.

La obra comienza con Tati buceando en las profundidades del mar, en un viaje que el padre le regala por su graduación. Pero ocurre un detalle: ella jamás logró recibirse. Los nervios le jugaron una mala pasada y en la mesa la desaprueban. Su familia entera la espera afuera, en la puerta de la facultad, con huevos, harina y toda la parafernalia propia de semejante ritual. Entonces, al salir y ver sus caras expectantes y felices, no pudo más que mentir. Es allí dónde comienza el pequeño gran embrollo: decide contactarse con Fernando, presidente de una organización estudiantil de izquierda (llamada “la Prole de Estudiantes”), quien pone en marcha un plan para en el próximo llamado ayudarla a recibirse. A tales fines, el joven militante recurre a cuatro empleados de un supermercado: Luana, cajera colombiana que vino a Argentina a estudiar sociología; Araldo, empleado de seguridad paraguayo y odiado por los hombres ya que él sólo se siente atraído por las mujeres casadas, habitante de la villa miseria 1-11-14 de la Ciudad de Buenos Aires; la Pitu, cajera enamorada de Araldo y quien se lleva muchas risas por su dialecto que en parte recuerda a Lombardito, personaje de “El Puntero” (producción televisiva de Polka, que tuvo a Julio Chavez y Rodrigo de la Serna como protagonistas); y por último tenemos a Valentina, también cajera, amante del teatro y romántica soñadora hasta la locura. De esta manera, “Manos libres” se convierte en un teatro político de corte no pedagógico, que genera a lo largo de la obra distintos guiños sobre términos marxistas.Tentados por el dinero que Tati les ofrece, todos y cada uno sueñan con un futuro mejor, el cual sólo va a ser posible si logran que ella apruebe en el próximo llamado de examen, momento en el cual obtendrían la ansiada recompensa. Desde ese momento, comienza la odisea por interiorizar los contenidos de la materia, los cuales versan sobre el Marxismo, las relaciones de explotación entre proletarios y proletariado, la plusvalía y el capital. Lo curioso es que la mayoría de los integrantes del “grupo de estudio” lejos están de ser entendidos en tales tópicos. Sin embargo, y a partir de este “sumergirse” en las aguas de nuevos conocimientos, todos de alguna manera viran el sentido de sus vidas.En medio de disparatados encuentros y desencuentros en los cuales no falta los propios del amor, el desarrollo de la obra se va sucediendo, de forma picaresca y entretenida, manteniendo a la audiencia atenta a cada escena, esperando su resolución. Entre risas, se observa la mirada cómplice de un público deseante de que todo salga bien. Al igual que Tati, al igual que todos los integrantes del operativo rescate…

Ficha Técnica
Dirección: Lifschitz, Alejandro
Asistente de Dirección: Aráoz de Cea, Lucía
Autor: Lifschitz, Alejandro
Cuerpo Actoral:
Ailín Hercolini,
Ariel Moldes, 
Juan Aráoz, 
Belén Meana, 
Maria Tibi, 
Raquel Salvetti
Diseño gráfico: Juan Araóz
Espacio Polonia Teatro – Fitz Roy 1477, Ciudad de Buenos Aires.
Viernes 22: 30 hs.